En busca de un buen vestido [momoe]

Asiento y quito mi mano de la nariz, sonriéndole levemente a la chica. Entonces, guiada por ella, le sigo para que me tome las medidas necesarias.
Bien, esta clase de pruebas se superan con un 60% de actitud, así que si no ponía empeño, nada me gustaría. Decidí ser buena niña y dar mi opinión sincera en todo; lo demás, ella sabría arreglarlo, pues yo no era la experta aquí.

- B-B-Bueno, ¡yo...! - comencé a decir, pero ella ya se había apartado.
De poca gana y bastante sonrojada, volteé. Me agaché para quitarme el calzado -aunque dudaba de que sea necesario- y luego me quité la falda; seguidamente, desaté mi moño y me quité el sweater, quedándome tan solo con la camisa.

Me pongo en las posiciones que necesita para tomarme las medidas, algo conocedora de cómo se tomaban.
- Etto... Mis colores favoritos son el rosado y el blanco... Y, en lo que a--... - me interrumpí un segundo y me aclaré la garganta -. Sólo tenemos este trato porque le he ayudado a descubrir algo - expliqué.

Suspiré relajada. Era bueno que no haya tenido que quitarme la camisa... Acostumbro a no usar brasier. Empecé a cambiarme mientras de vez en cuando veía las manos ágiles de la muchacha dominando la tela.
- Pues... N-No sé si deba comentártelo... Sería mejor que lo hables con él luego - dije sonriendo apenas, mientras me ponía el calzado.
Toda mi ropa estaba desarreglada, pero no tenía ganas de acomodarla en ese momento, así que simplemente las dejé desprolijas.

Miro perpleja el vestido.
- ¡¡W-Wooooaah!! E-Es hermoso... Y lo haz hecho en cuestión de muy poco tiempo... Eres increíble QwQ - dije sorprendida.
Tomé los guantes y miré los delicados detalles que tenían. Los ojos se me llenaron de lagrimitas.
- Y-Yo...Y-Yo... ¡No podría usar algo tan lindo como esto! QwQ - dije largándome a llorar repentinamente.

Asentí, apenada. Sollozando, me quité la ropa... y también la camisa, volteando para que no viera mi torso desnudo. Me puse el vestido y lo acomodé tanto como pude. Una vez hecho, me puse los guantes.
Se sentía tan cómodo... la medida estaba perfecta. En una pared, vi un espejo y me acerqué. Dando un par de vueltitas, me vi desde varias posiciones. El vestido se lucía preciosamente, pero...

La miro algo sorprendida y con los ojos llenos de lágrimas.
- ¿Eh? No, no me pasa nada... Es que...creo que una basurilla me entró en el ojo. Nada más - miento y me quito los guantes en el proceso, para frotarme la cara con las manos sin mancharlos.
Aprovechando que el vestido es strapless, me pongo la camisa sobre el y me lo quito por debajo, evitando así el quedar con el torso desnudo otra vez. Me visto rápidamente con mi ropa una vez más, dejándola desprolija a su vez.

Suspiro y hago un ademán de despreocupación.
- Nai, te equivocas~. Yo no soy quien debe impresionarlo... Debo ayudarle a que él impresione a una muchacha... Aunque no me ha hablado demasiado del asunto - comento con un dedo sobre el labio inferior, pensativa.

Me sobo la nuca.
- Mira, yo no sé qué tipo de pasado ha tenido él... Demo, si no quiere sufrir nuevamente, debe vivir el presente al máximo, así en el futuro tendrá un pasado del que estar orgulloso y sentirse bien al recordarlo - digo, apartándome un poco.

La sigo y observo cómo guarda todo. Luego, salimos juntas de la habitación.
Tan apresuradamente me había vestido que el moño me molestaba, así que me lo quité y empecé a mordisquearlo.

Negué con un movimiento brusco y me lancé sobre Ryuubakugan para quitarle mi listón. En cuanto se lo saqué, volteé y volví a mordisquearlo.
- Usaré el vestido tan solo porque onee-sama lo hizo con todo su empeño y es precioso. Demo, mi cara lo arruina todo - dije aún mordiendo la tela.

- ¡¿Dulces caseros~?! *O* - pregunté animada, con los ojitos brillantes.
Luego, caí en cuenta de algo y sacudí mi cabeza.
- A-Ah... Pero ahora mismo no tengo ganas de comer dulces... - mentí; pero luego me percaté de algo más -. ¡¡O-Oh!! Demo, si quieren hablar solos tranquilamente mejor será que me vaya... Gomene - dije nerviosamente sobándome la nuca y luego me encaminé no hacia el comedor, pero sí hacia fuera.

Había salido fuera y estaba sentada junto a la puerta, hecha un ovillo. Sujetaba mis piernas y hundía la cabeza en mis brazos. Me sentía completamente fuera de lugar allí.
Esperé por un rato, pero la posición ya me había cansado, de modo que me puse de pie y comencé a caminar en círculos por el patiecito delantero.