La niña perdida~. [Kud+Momo+Libre~]

Me bajo cargando con los perritos.
- Arigatou... Demo, no debes preocuparte. Si bien me entristece un poco, me gustaría que supieras de él. Además, sé que a nadie le gustaría ser olvidado y dejado en el pasado... por eso es que yo siempre recuerdo a todos aquellos que ya no están con nosotros. Es mucho más triste para ellos que para mí, ¿no crees? - dije mostrándole una débil sonrisa.

-le sonrio- eresuna jovencita muy madura.....seguramente has pasado por infiernos mucho peores eres fuerte, alegre,sincera y los mas importante -le acaricia la cabeza- tienes un corazon puro y enome que ama a todos aquellos que consideras tu amigo comparado contigo....yo solo soy un niño mimado... -la miro alos ojos y le sonrio mientras aun mantengo mi mano en tu cabeza- vamo a alimentar a esos pequeños...

Asiento.
- Hai, vamos... - digo, aún algo pensativa por lo que dijo.
Le paso los perritos y busco las llaves en mis bolsillos.
- Sostenlos mientras abro la puerta - pedí y fui hasta allí.
Abrí la puerta y encendí las luces. Dejé las cosas tiradas en el sofá y me apresuré a ir hasta la cocina. Tomé un paquete de leche y busqué en la alacena unas mamaderas (ya que sabía que mi madre aún conservaba las que usábamos con mis hermanos cuando niños), y luego regresé junto a Ryuubakugan, dejando todo allí. Volví a correr hasta un modular del cual tomé una manta abrigada y la acomodé en el suelo, para allí poner a los cachorritos.

Sonrío también.
- Hehehe, es verdad... Aunque me gustaría que tuvieran a su verdadera madre... - digo algo triste, mientras pongo la leche en la mamadera.
Tomo a uno de los dos cachorritos que quedaron en la manta y le doy de comer.

Asentí.
- Lo sé... Creo que ya está lleno - dije sonriendo.
El cachorrito evitaba beber de la mamadera, así que lo dejé en la manta y agarré al otro, dándole de comer. El anterior cachorro bostezó. Era hora de que, después de la rica comida, se fuera a dormir~.

Me encogí de hombros.
- Sería inútil ponerles nombre ahora. Habrá que esperar al menos una semana hasta que podamos distinguir sus sexos, ¿no crees? No quisiera llamar Rosa a un machito - dije bromeando.
En cuanto el otro cachorrito se llenó, lo dejé junto a sus hermanitos.

Asiento.
- Tan sólo espérame... - dije tomando la manta con los cachorritos.
Los puse en una caja honda que había por allí, así una vez que despertaran no podrían escaparse. Una vez hecho, fui hasta Ryuubakugan y extendí una mano en su dirección.
- Vamos, ponte de pie... Me llevarás a aquel lugar que me quedó pendiente la vez anterior y allí te explicaré todo - dije con una débil sonrisa.

[OFF: LOLOLOLOLOL~. xD]

Me quedo en silencio hasta que llegamos al bosque.
- Allí está la entrada... - dije indicándosela.

Le jalo de la oreja en forma de reproche.
- Oii. Que no soy ninguna lady - dije riendo un poco.
Entonces me bajo y miro la entrada del bosque, suspirando.
- Bueno, no hay que hacer esperar a nadie... - susurré inaudiblemente -. ¿Quién cargará a la perra? - pregunté mirando a Ryuubakugan.

Hago lo que dice y busco la linterna. Cuando la encuentro, la enciendo y salgo de dentro del auto. Cierro la puerta e indico el camino.
- Es por allí~ - digo comenzando a andar.

Lo miro por sobre el hombro.
- Claro que tienes algo encima... aparte de la perra - bromeé con poco gusto.
Luego de bastantes pasos, llegamos a un lugar donde había un enorme árbol. Junto a él había una pala y tenía marcas en su tronco. El aire allí se sentía más fresco cerca de él. Entre dos de sus sobresalientes raíces, había una cruz de mármol blanco.
- Aquí estamos... - dije, señalando el árbol.
Le di unas vueltas alrededor, decidiendo cuál sería el mejor lugar. Escogí otro espacio que hacían las raíces sobresalientes, que era mucho más pequeño que el anterior, pero del tamaño justo para el animal. Busqué la pala y comencé a cavar con habilidad.

- ¡Demo~! Ya lo he hecho tantas veces... No necesitas ser compresivo conmigo... - digo mirándole suplicante.
Suspiré. Sabría que no me dejaría de todos modos, así que me senté sobre una de las raíces, mirando al cielo.
- ...Este lugar es sagrado - susurré recostándome en el tronco del árbol -. Ningún tipo de criatura impura puede acercarse. Incluyendo los hongos, por lo que aquí es un buen lugar para enterrar cadáveres... Nunca entrarán en descomposición - expliqué en murmullos.

Asiento.
- Lo sé - dije suspirando y poniéndome de pie -. Demo, ¿te hubiera parecido bien que les enterrara sin un ataúd? - dije con lágrimas en los ojos -. A mi hermano... lo enterré en el jardín de mi casa. Tenía 7 años... Ni siquiera sabía qué era un ataúd. ¿Sabes cómo me sentí cuando sus huesos comenzaron a salir fuera de la tierra...? - dije rompiendo a llorar.