[...Escondida...]

Quizás es porque soy demasiado buena, quizás soy demasiado tonta. Creo que soy un poco de las dos cosas.
Entré corriendo a la biblioteca, tapando mi cara para que no se notara que estaba llorando. No era muy frecuentada y menos a estas horas del día. Me fui hasta la estantería de los cuentos infantiles y tomé un libro deliberadamente. Corrí hasta el lugar más remoto del lugar, donde casi ni entraba luz y me senté en un rinón, llevando las rodillas hacia arriba, dejando que sobre ellas descanse mi cabeza. Abrí el libro a mi costado y comencé a leerlo.
"Había una vez un viajero...".
No había terminado de leerlo, cuando las lágrimas brotaron tan fuertemente que tenía la vista demasiado nublada como para continuar.

¿Vienes a llorar aqui muy seguido?...
Pregunto una voz que salia de la oscuridad, entre los libreros se veia una figura de pie con una especie de flor en las manos.
Dime, ¿porque lloras?, ¿acaso te sientes mal?...
Dije acercandome lentamente a ella.

Me había asustado al oír una voz cerca, pero luego me tranquilicé.
- Ah, eres tú... Menos mal. Hubiera sido muy malo que algún sensei me encontrara.
Me puse de pie tomando el libro y me sequé las lágrimas con el reverso de las mangas del sweater.
- No es como si viniera a llorar aquí seguido, pero es el lugar más tranquilo de la escuela - le explico sonriendo.

Acercandome mas a ella saque un pañuelo de mi bolsillo y se lo entregue.
Mejor seca bien esas lagrimas, no me gusta ver llorar a las señoritas...
Dije sonriente mientras empezaba a mirar alrededor.
Ya veo, es muy interesante este lugar... talvez la proxima podamos venir juntos, despues de todo amo los lugares tranquilos...
Dije volviendo a reiterar mi pregunta anterior.
Aun no me has dicho, ¿por que estabas llorando en un lugar asi?

Tomo el pañuelo sonriendo.
- Eres muy amable. Préstamelo por hoy y te lo devolveré limpio mañana - digo secándome las lágrimas -. ¿A Hibari-san le gusta leer? Porque no hay nada más tranquilo que leer aquí al atardecer, cuando los rayos del sol entran por la ventana - comento.
Entonces me doy vuelta mirando hacia la ventana. Las nubes cubrían el cielo, dándole tonalidades grisáceas a todo el lugar.
- ...Odio las tormentas... Hoy habrá una. Tengo miedo, y por eso quiero irme a mi casa - replico en un tono de voz completamente diferente al de hacía unos momentos, mucho más bajo y triste.

Le sonrei un poco cuando dijo lo de devolverme el pañuelo.
Eso no importa, conservalo si quieres...
Al escuchar la descripcion que daba de aquel lugar le respondi.
Ya veo, es interesante, sinceramente amo los libros, son unos de mis pocos amigos aunque no lo parezca...
Tras decir esto escuche aquello sobre las tormentas y su miedo.
Juhm, asi que eso era, ¿te asustan las tormentas y por eso llorabas verdad?
Acercandome a ella puse mi mano en su hombro mientras miraba por la ventana.
No debes tener miedo, aqui hay mucha gente que puede ayudarte para que no te asustes, una tormenta son solo nuber que dajan caer lluvia y rayos que resuenan en el cielo, no hay porque temer...
Dije sonriendo calmadamente.

Mis pupilas se hicieron más pequeñas al apoderarse el miedo completamente de mi expresión.
- R-R-R-R-Ra-ra-rayyyos... Los rayos--... no sólo resuenan en el cielo.
Aparté su mano de mi hombro y me alejé de él, mirándolo con una expresión desfigurada por el temor.
- N-No te acerques a mí... No te acerques - repetí una y otra vez, abrazando mi propio cuerpo para evitar que temblara...en un intento completamente en vano.

Asi que eso era... los rayos te asustan, ¿verdad?
Dije acercandome lentamente para que no se asustase.
No tienes que temer de mi, si los rayos te asustan yo tengo una idea, si no puedes oirlos, no puedes asustarte...
Dije revisando en los bolsillos de mi chaqueta sacando un par de auriculares y un mp3.

Continué alejándome dando pasos hacia atrás.
- No te acerques... No te acerques... No vayas... - repetí, esta vez agarrándome la cabeza y jalando de mis cabellos.

Haciendo un movimiento brusco sostuve sus manos lejos de ella y la sostuve levemente entre mis brazos para que se tranquilice.
Shhh... ya paso, no tienes porque estar asi... solo calmate...
Dije en un tono tranquilo y relajado mientras trataba de calmarla.

Dejé de mover mi cuerpo pero no paré de susurrar frases, una con menos coherencia que la otra.
- No te acerques... No te vayas... Déjala allí y regresa... Ten cuidado... Está muerto... Mamá se ha ido... Debo traerlo... Discúlpame... Perdóname... Hermano...
Poco a poco, iba tranquilizándome. Recordé las palabras del doctor: "No te agites, vive tranquila... Ya sabes que tu corazón está débil". Ninguna criatura me salvaría si mi corazón se detuviera allí mismo... Tenía que tranquilizarme.

Pasando mi mano por su cabeza lenta y pausadamente para que se tranquilice escuchaba cada una de esas frases, en el momento en que dijo "perdoname... hermano..." mi rostro se torno melancolico, esa misma frase solia repetir al morir mi hermano, despues de eso la abrace fuertementen.
No es tu culpa... quedate tranquila Tsukimori-san... nada es tu culpa...
Dije en un intento de calmarla y calmarme a mi mismo.

Me quedé en silencio. Cuando las cosas llegan a este punto, no hay más palabras que las que el silencio puede decir. Pasado un rato, me separé de Hibari y me froté la cara intentando así bloquear mi mente una vez más. Suspiré largamente y volví a sonreír. Era una sonrisa pequeña, pero autosuficiente.
- Lamento haber causado una escena delante tuyo...siendo que apenas me conoces. No quería dar una mala impresión de mí...

Con la mirada hacia abajo mirando mis propias manos le respondi.
No te preocupes... se como se siente, sentirte culpable, Tsukimori-san... ¿que le paso a tu hermano?... ¿puedes contarmelo?...
Le pregunte con una especie de sonrisa mezclada con susto aun sin dejar ver mis ojos que estaban cubiertos por mi cabello.

Sentí que mi corazón daba un vuelco por lo que, asustada, me agarré fuertemente el pecho. Suspiré al sentirme aún sin ningún tipo de nauseas, así que me senté debajo de la ventana, mirando a Hibari.
- Fue...una especie de accidente... Mi hermano mellizo R-Ryuutaro y yo teníamos 7 años entonces... - comencé el relato tartamudeando; nunca se lo había contado a nadie, pero sentía que podía confiar en él -. Tanto papá como mamá trabajaban en ese entonces, y nuestros hermanos estaban en clases. Nosotros no habíamos ido, pero no recuerdo exactamente porqué. Estuvimos jugando en la calle (ya que vivíamos en una zona campestre bastante tranquila) hasta que repentinamente comenzó a caer lluvia..., una lluvia bastante intensa. Ryuutaro y yo corrimos dentro de la casa y observamos la lluvia caer desde la ventana delantera de la casa. Entonces, divisé a Komari, mi muñeca, la cual era mi favorita y la olvidé en la calle durante el apuro de ponernos a refugio. Lloré y lloré por ella hasta que mi hermano decidió salir a buscarla. Yo me alegré..., - y en este punto lancé una risita nerviosa -, de que mi hermano fuera tan valiente... Sin embargo, a cada paso que daba me embargaba una sensación de terror. Desde adentro le grité que regresara, pero fue muy tarde... Al llegar a mi muñeca, un...un....r-r-rraayyyyo... - mi cuerpo comenzó a temblar nuevamente y rompí a llorar. Quería mostrarme como una persona fuerte, pero no era más que una pobre tonta...

Me acerque a ella secando sus lagrimas y acariciando su cabeza nuevamente.
Ahora entiendo... pero, no sufras por ello Tsukimori-san... no fue tu culpa que ese rayo le callera a tu hermano...
Tratando de calmarla con una voz consoladora.
Uno nunca tiene la culpa de las muertes de los demas... aunque pienses que es asi, debes saber que no lo es... yo se que te sientes culpable, yo tambien perdi a mi hermano sabes, tambien me senti culpable pero no era mi culpa... del mismo modo, no es la tuya...
Mirandola directamente a los ojos con mis verdes ojos de tono grisaceo para que vuelva en si.

Parpadeé repetidas veces y luego me fregué los ojos con el pañuelo, dejando de llorar. Asentí y sonreí.
- Hai... tienes razón. Ryuutaro se pondrá triste si me ve llorar, ¿verdad? - digo volteando la vista hacia la ventana y sonriéndole al cielo.

Es verdad, yo creo que no le gustaria ver a su hermana llorar...
Mirando hacia la ventana con sus manos en los bolsillos.
Por cierto, ¿tienes hambre?...
Le pregunte sacando de un maletin un pedazo de pastel en una caja y ofreciendoselo.

Miro el pastel con ojitos brillantes.
- No tengo hambre, pero... ¡¡No me puedo resistir a un pastel!! *¬* ¿En verdad puedo...? - dije señalando la porción de pastel.

Le sonrei tranquilamente y asenti con la cabeza.
Claro, nada mejor que un pedazo de pastel de fresa para levantar el animo...
Dandoselo en mano le sonrei de nuevo mientras esperaba ver si le gustaba.

Abrí bien los ojos.
- ¡¡FREEESA~!! - dije tomando el pastel -. Pero me saldría mal si tú no comieras... - dije, rascándome la nuca con pena.

Wao, que generosa, pero... no puedo aceptar, amo el pastel de fresa pero no puedo comer mucho...
Sacando de la misma caja otra porcion de pastel pero de chocolate.
Es mejor que coma este, ademas, es igual de sabroso para mi...
Le dije sonriente mientras comia un bocado.

Me alegré y comencé a comer el pastel.
- ¡Waoo~! Es delicioso... Pero dices que no comes comida casera, ¿verdad? ¿Lo has comprado? - pregunté dando otro bocado a la porción.

Emmm... bueno, yo no considero que un dulce como estos sea comida, de hecho, lo toma mas como un aperitivo y lo hice yo mismo...
Rascandome la nuca algo apenado.
Solo fue cosa de leer las instrucciones de preparado y ya... jejeje
Dije sonriente y dandole otra mordida a la porcion.

Lo miro muy sorprendida.
- ¡Whoa, whoa, whoa! Pero aún a alguien que sólo lee las instrucciones le lleva mucho tiempo aprender a hacerlo... Más si está tan rico. ¡Debes ser realmente hábil en la cocina! - dije alegremente dando otro bocado.