Había estado siguiendo a Akiba durante un tiempo, ya que quería estar completamente segura de los hechos. Durante la pelea, me escondí tras un poste.
Los cazadores habían estado tan atentos en atacar a Akiba que ni siquiera notaron mi presencia.
Observé la batalla con ojos fríos y sin emoción. Pues, si Akiba decidía morir así, era un gusto que debía concederse.
Una vez que todo terminó y el líder se cargó a Akiba en el hombro, salí del poste y me crucé de brazos detrás de ellos.
- Aún es temprano para cantar victoria - anuncié con frialdad en voz alta, para que me escucharan.
Casi al unísono, los hombres se dieron vuelta, mirándome como si tuviera cara de payaso.
- Pffft. ¿Qué te crees, niñita? ¿Acaso insinúas que puedes derrotarnos? ¡¡JAJAJAJA!! - clamó el lider burlándose de mí.
- No me subestimes o la pasarás muy mal~. - dije sonriendo y en un tono de voz dulzón y amenazador al mismo tiempo
-. Y ahora... deja a Akiba en el suelo, o la pasarás peor - añadí.
El jefe no hizo más que reirse con más estruendo e hizo una seña a sus camaradas en dirección a mí.
- Captúrenla... Podrá servirnos para algo bueno... - ordenó, mirándome con otros ojos.
Los cazadores rieron y se acercaron corriendo a mí, con intención de atraparme. Deslicé un pie hacia atrás y me coloqué en posición defensiva. Los hombres no hicieron más que reir ante tal acción... "¡Como si esa niña pudiera hacer algo contra nosotros!". En fin, uno a uno se fueron acercando a las corridas. Entorné los ojos y me preparé.
En cuanto el primero estuvo cerca de mí, me moví hacia un lado y le hice una zancada en los pies, haciendo que cayera al suelo de bruces; al segundo, le di una piña con el puño derecho en el centro de la cara y me moví hacia la izquierda; al tercero tan sólo le hice una finta y le quité su espada, colocándome detrás del cuarto, para pegarle una patada en la espalda y tirarlo sobre sus compañeros. Así, quedaron todos apilados uno sobre el otro. Me abalancé sobre ellos y les clavé la espada. La posición favorecía a que, así, pudiera atravesar a todos y cada uno de ellos. Volví a sacar la espada y, aprovechando que, si bien no habían muerto aún, no podían moverse, me aseguré de matarlos a todos atravesando esta vez sus cabezas. Dejé la espada allí, en la cabeza de los cuatro cadáveres, y volteé para ver al lider, bañada en salpicaduras de sangre.
- Bien... ahora es tu turno - anuncié, sacudiéndome las manos
-. Aunque si eres un buen hombre y dejas el cuerpo de Akiba aquí, para luego irte y no volver jamás, podría perdonarte la vida~. - agregué sonriendo otra vez y colocando ambas manos a cada lado de mi cintura.
El lider estaba pasmado. Sacudió su cabeza, puso expresión de desprecio y escupió en mi dirección.
- ¡Tsk! Ni creas que soy más débil que esa escoria... - bramó con coraje
-. Toma una espada si quieres. Haré de este lugar, tu tumba - aspetó.
Me encogí de hombros y me dirigí hacia la pila de cadáveres. Miré de reojo la espada, pero en su lugar busqué algo entre los cuerpos. Lo encontré. Le saqué a uno de ellos una navaja algo larga y su funda, situándola en mi cinto.
- Con esto será más que suficiente para acabar con tu vida - anuncié y me volví a situar mirándole.
Gruñó.
- ¡No te burles de mí! ¡Te destruiré antes de que puedas parpadear, criaja! - exclamó y echó a correr en mi dirección con un grito de guerra.
Cuando estuvo a poca distancia de mí, me agaché con rapidez y lo tomé de una pierna, haciendo que cayera. Rápidamente, para evitar una reacción desfavorable del hombre, me subí a su espalda y jalé de su pierna hacia atrás, tomándola con una mano. Con la otra, agarré la navaja y, acostándome hacia atrás de espaldas, se la clavé en la médula. Con esto, pude paralizarlo. Insatisfecha, me puse de pie, volteé su cuerpo con un pie y le hice un gran tajo en la garganta, acabando finalmente con su vida. Arrojé la navaja a un lado y me acerqué al cuerpo de Akiba.
- Lo siento... Aunque hayas decidido que ésta sería tu muerte, he tenido que cobrar venganza - dije arrodillándome y tomando su cuerpo en brazos
-. Demo, ahora estamos a mano, hehe ^-^~.Llevé su cuerpo hasta una pared y lo apoyé allí.
Tenía que acabar con algo antes de darle sepulcro. Me acerqué a una pila de basura que había allí en la calle y tomé una de las grandes bolsas. La abrí y arrojé toda la basura al suelo. Llevé la bolsa hasta los cadáveres y tomé la espada. Con ella, corté todo lo que había tocado con mis manos para no dejar huellas: la cabeza de uno de los cazadores y la pierna del lider; todo con extremo cuidado, para no crear más huellas. Metí todo esto en la bolsa y también la navaja y la espada en sus respectivas fundas (para que no cortaran la bolsa con su filo).
Entonces volví junto a Akiba. Y me lo recargué en el cuerpo para llevarle, sujetándole con una mano. Con la otra, llevé la bolsa a cuestas. Por entre los callejones, para no ser avistada, regresé a mi casa, en un arduo camino.
Era una suerte que mis padres no estuvieran. Dejé la bolsa por ahí y llevé el cuerpo de Akiba hasta el baño. Lavé tanto su cuerpo como el mío y luego corrí hasta mi cuarto, poniéndome un sencillo vestido de color negro. También fui al cuarto de mis padres y regresé con un pijama blanco. Vestí a Akiba con él y puse sus antiguas ropas en una caja. Cuando estuvo todo hecho, salí de mi casa con la caja, la bolsa, el cuerpo de Akiba y una pala. Otra vez andando por los callejones, me dirigí hasta el bosque. Caminé hasta llegar a donde se encontraba un alto y robusto árbol. Acosté el cuerpo sobre una de las raíces que sobresalían y puse las cosas a un lado. Con la pala, empecé a cavar un pozo grande frente al árbol, en un lugar donde no habían raíces. Estuve horas y horas solamente cavando y descansando de a ratos, hasta que finalmente pude acabar con el pozo. Primero arrojé en él la bolsa. Hice una capa gruesa de tierra sobre ella luego.
Entonces, y derramando mis primeras lágrimas, tomé el cuerpo de Akiba y lo recosté en la tierra que acababa de poner. Junto a él, puse la caja con su ropa. Antes de tomar la pala y cubrirlo, me arrodillé junto a él.
- Lamento no poder sepultarte más decentemente... - me disculpé y me fregué las lágrimas
-. De esta misma manera fue que sepulté a mi hermano... Supongo que tampoco le agradó mucho - añadí con una risa nerviosa y falsa
-. ¿Sabes? Has sido como un hermano mayor para mí... Te extrañaré - le conté y le di un beso en la frente, acariciándola suavemente
-. Creo que no descansarás en paz por ahora... Pero lograré que lo hagas... Al igual que con Ryuutaro. Discúlpame por todas las cosas que hice - terminé y me puse de pie.
Comencé a cubrir tristemente su cuerpo y una vez que terminé cubrí la tierra con ramas y hojas. Entonces me arrodillé frente a la tumba, descargándome en llantos.
[OFF: Súper post largo... ._. Y me metí mucho en tu historia xD Pero bueno... tú lo has hecho con la mía >_> xD
Nai, nai. Si no te gusta, me avisas y lo cambio. ^-^~.]